lunes, 13 de octubre de 2014

Vandalismo - Capitulo 5 "Valentín"

Capitulo 5 “Valentín”


Hoy es un día de clases muy esperado por los alumnos de La Rioja, por fin les van a entregar esas netbooks que tanto desean tener. Y no, no las quieren para buscar información, mucho menos para estudiar. Todos quieren tenerlas en su poder para poder jugar y divertirse con esta máquina mientras deberían estar prestando atención en clase. Sobre todo Valentín, y además excede las expectativas de todos sus compañeros. Él la va a utilizar para algo más extremo. Espiar.
Este mismo día, entra un profesor al aula anunciando la codiciada noticia. Los “estudiantes” gritan de la emoción.
-Bueno, bueno, Chicos. Ahora los voy a ir nombrando y de a uno van a venir a buscar su correspondiente PC. – Dice el profesor, haciendo señas con sus manos para que bajen la voz.
Todos se callan. El profesor comienza con los nombres. Primero las mujeres, nombrando apellidos desde la A hasta la Z, en su defecto la Y. Valentín observa a las chicas ir hacia el escritorio, con las manos vacías y volver, con la caja que resguarda la computadora. Él se rasca su mentón y sonríe. Al finalizar con las chicas, el mismo profesor nombra los apellidos de los varones, también desde la A, esta vez hasta la V. Luego de llamar a los chicos con apellidos de inicial anterior a la N, le toca a él, a Valentín.
-Noya Valentín. –Dice el profesor, se muerde el labio inferior porque sabe lo que es capaz de hacer el joven con la pc. No le gusta para nada.
Valentín se acerca al escritorio, agarra la caja desde la manija con una mano, y el otro brazo lo alza cerrando el puño en modo triunfal, a la vez, cerrando sus ojos y sacando la lengua. Sus compañeros festejan repitiendo la letra “E”.
-Silencio, así terminamos la entrega. –El profesor calla a los alumnos. Termina de entregar y se pone a hablar. –Ahora, les voy a explicar que deben hacer con la máquina. Presten atención porque es importante. Primero que nada, saben que es para uso escolar, no jueguitos ni boludeces. Entienden de qué hablo. A parte de esto, les pido a todos que prendan la netbook. –Todos siguen su orden. -Les va a aparecer este formulario…-Prosigue mostrándoles la pantalla de su netbook, sosteniéndola firmemente de la manija que posee atrás. –Lo van a tener que completar con los datos que les piden, en sus casas. Después de eso, van a tener que acceder a una ventana que les va a aparecer aquí abajo y configurar este número que está en cero a nueve mil novecientos noventa y nueve. –Dice señalando la pantalla. –Son los arranques, muy exagerados porque en 365 días la PC se va a bloquear y van a tener que llevarla a una sala de computación para desbloquearla, pero eso ya es otro tema. ¿Tienen alguna duda?
-¿Viene con juegos? –Pregunta José.
-Sí, el solitario. –Responde el profesor agarrándose la frente. Todos ríen. –En serio, hablen ahora o callen para siempre.-Espera unos segundos y como nadie dice nada, finaliza diciendo: - Esta bien, callen. Cualquier cosa, saben dónde encontrarme. –El profesor sale del aula y cierra la puerta.
Todos gritan, saltan y hacen movimientos raros. Valentín empieza su plan. Se acerca a una compañera que le parece muy linda. –Rocío...- Empieza pronunciando la R como una Y. – ¿Me prestas la “compu” por un momentito?
-¿Por qué?- Pregunta ella.
-Quiero fijarme algo en configuraciones, es un segundito. –Le responde pronunciando la R de “Quiero” como una Y.
-Está bien, pero, rápido que quiero usarla. –Valentín asiente con una sonrisa y agarra la netbook para luego llevarla a su pupitre. La abre y entra a “panel de control” para así buscar la IP de la PC, que la va a necesitar para otra cosa. Luego de copiar la IP en una hoja, le devuelve la netbook a su compañera.
Una vez en su casa, conecta la netbook al cargador y la prende. Lo primero que hace una vez que arrancó, es pasarle una aplicación que tiene en su computadora de escritorio. Lo que hace con esta aplicación es espiar computadoras ajenas pero para espiar determinada PC, se necesita la IP y el tipo de sistema operativo. Ya instalada la aplicación, Valentín ingresa aquellos datos mediante comandos. Enseguida, puede observar todos estos archivos ajenos, pero no hay nada especial, claramente porque solo hace un día que poseen la PC. Lo único que le resta por hacer es esperar a que la chica aparezca, ya que él puede ver también a través de la webcam. No pasa mucho tiempo  hasta que Rocío prende la PC. Ahí la ve él, está seria mirando el monitor. Valentín, desde su otra computadora le habla por una red social para ver su reacción. Rocío frunce el seño y al segundo le llega una respuesta a él.
-Hola.
-¿Qué haces? –Le pregunta Valentín vía chat.
-Escucho música.
Valentín, se pone los auriculares e ingresa un par de comandos más para poder activar el micrófono de la netbook de Rocío así él puede escuchar también.
-Seguro que estas escuchando Rihanna.
Rocío anarca las cejas.
-Sii ¿Cómo adivinaste? :OO
-Soy un mago B|
-Jaja.
Valentín cierra sesión porque su madre lo llama para poner la mesa.
-¿Cómo te fue en la escuela? –Le pregunta su madre sonriendo.
-Genial, hoy nos han dado las netbooks.
-¡Buenísimo! Cómo está avanzando la tecnología.
-Sí. ¿Qué hay de comer?
-Milanesas con puré.
-¡Sí! –Festeja Valentín con una sonrisa.
-¡Sí! –Lo imita su hermana pequeña, pronunciando por más tiempo la letra “I”.
Luego de llenarse, Valentín vuelve a su habitación para utilizar la netbook. Se pone los auriculares y escucha una canción muy movida. Cuando mira por la pantalla, está su compañera bailando y saltando. Valentín no puede evitar reír y grabarlo con su celular. Después, envía el video a sus amigos y empiezan a comentar sobre esto. Sin embargo, él no espía a su compañera para ver algo gracioso, si no, que lo hace con otras intenciones. No se va a quejar para nada si la chica usa la PC en ropa interior, o si la deja prendida mientras se cambia, esos son sus propósitos. Y si a la chica le gusta divertirse con su propio cuerpo, que es lo que puntualmente quiere Valentín, va a cumplir su objetivo.
Aburrido de no observar nada más, busca en una página muy conocida por los hackers, y allí encuentra diferentes formas de espiar, descubre que también lo puede hacer mediante celular. Consiste en enviar un mensaje con un link para que la otra persona lo abra, y al abrirlo, automáticamente Valentín puede ingresar a su sistema. Mientras navega por esa web, clickea una publicidad que le llama la atención. Es sobre un trabajo, no importa la edad, si no, sus habilidades para hackear. Como Valentín tiene bastante conocimiento sobre esto, decide inscribirse, ya que, no pierde nada, y además es una oportunidad para ganar dinero. Pero, lo que él no se dio cuenta, fue que al presionar el botón sobre la publicidad, otras personas pudieron entrar a su base de datos.
El chico envía mensajes con estos links falsos a sus compañeras, diciéndoles que se trata de un programa para limpiar el celular o un video gracioso. Algunas de sus compañeras lo abren, otras no le creen o lo ignoran.
-Valentín, ahora vuelvo. –Le grita su mamá desde la puerta principal.
-Bueno. –Responde él.
Aprovecha la ausencia de su madre para ver videos subidos de tono. Minimiza la página, para ver que están haciendo sus compañeras, todo parece normal, por lo tanto, abre la ventana con los videos. Se acomoda en su cama y cuando está a punto de desabrocharse el botón del pantalón, su madre abre bruscamente la puerta.
-Valentín, deje dinero en la mesada por si…- Su madre lo mira con los ojos bien abiertos. Valentín gira de golpe su cabeza para ver a su mama y cierra la netbook con fuerza.
-¿Qué estás haciendo cochino? Sos muy chico para ver videos obscenos. –Refunfuña su madre.
El chico se queda quieto sin decir una palabra.
-Dame la máquina. Cuando vuelva de hacer las compras vamos a hablar sobre lo que estás haciendo y te voy a explicar algunas cosas sobre esto. –Su madre agarra la computadora y se va de la habitación.
Valentín perplejo por lo que acabó de suceder, se agarra la cabeza y solo desea en desaparecer. No puede soportar la idea de tener una charla sobre sexo con su mamá y mucho menos que esto se cumpla.
Toda esta escena fue observada por Leonardo, Elizabeth, Soledad, Franco y Enzo. Los creadores de la publicidad. Los cinco no pueden parar de reír, están sentados en diferentes sillas. Comentando sobre lo que pasó y haciendo chistes al respecto. Elizabeth no se ríe tanto, si no, que está un poco mal por él, aunque tampoco puede evitar sonreír. Entre risas, Leo le envía un correo electrónico a Valentín, diciéndole que fue elegido y dándole algunas indicaciones sobre qué hacer para cooperar.
Al día siguiente, Valentín se viste con el uniforme y desayuna, su madre trata de no mirarlo. Luego, se va en colectivo al colegio. Cuando llega al salón, ve a varios de sus amigos arrimados, hablando entre ellos. Rocío parece muy enojada y sus otras compañeras también. Entra al aula y todos giran a verlo. Tiene miedo de que se hayan enterado sobre lo que pasó con su mama, ¿Por qué todos lo miran? Valentín se rasca el cuello por los nervios.
-Sos un estúpido. –Le dice Rocío, poniéndose de pie y señalándolo. –No puede ser que hagas eso, ¿Qué tiene de divertido?
Valentín la mira sin comprender. Sus compañeros le hacen muecas y señas. -¿Qué pasa? –Sonríe por los nervios.
-Deja de hacerte el boludo. ¿Por qué nos espías?
-¿Eh? ¿Cómo te enteraste? –Se ríe.
-No es gracioso. Agarre el celular de Francisco para ver algo y me encontré con esto. –Le grita mostrándole el celular con videos sobre ellas y conversaciones bizarras. – ¡Son re asquerosos! Nunca más te presto nada. –Rocío le da una cachetada que no va a olvidar nunca más. Sus otras compañeras, se acercan y lo golpean varias veces. Los varones tratan de defenderlo, pero eso no evita que a Valentín le den una patada en sus partes nobles. Cae hacia un costado y se acomoda en posición fetal, haciendo muecas de dolor y  gimiendo. Dos chicas graban todo lo que sucede. Minutos luego de lo sucedido, suben el video a la red social más utilizada por los jóvenes y lo etiquetan en el archivo.
Más tarde, Valentín vuelve a su casa, su madre no está, por ende, prende la computadora de escritorio. Evita entrar a la red social, pero, ve que tiene un nuevo correo electrónico. Lo abre. Es sobre la publicidad, proponen darle mil pesos por un pequeño trabajo, que si todo sale bien, terminara siendo un trabajo permanente.


sábado, 4 de octubre de 2014

Vandalismo - Capitulo 4 "Enzo"

Capítulo 4 “Enzo”


En la ciudad de Moreno, Buenos Aires, la gente se está volviendo loca. Todas las personas se aseguran de guardar bien sus autos y no estacionarlos fuera. Ya que, se estaría produciendo un fenómeno extraño. En algún momento de la noche o día, algunos autos son completamente destrozados. Nadie sabe quién lo hace, la policía trato de localizar al responsable de todos estos actos de vandalismo pero no pudieron encontrar nada.
Por lo tanto, todos prefieren caminar para llegar de un lado a otro. Hace unas semanas utilizaban motos o bicicletas pero sucedió lo mismo que con los autos.
Enzo es un joven de diecisiete años, se dedica a vivir del oficio. Algunos días toca la guitarra en la calle para conseguir dinero, o en la escuela suele vender diversos objetos por contrabando.
Este chico no está estable mentalmente desde que sufrió un grave episodio en  su niñez. Enzo de pequeño solía ir de vacaciones a Córdoba con sus padres hasta que sufrieron un accidente. Iban por la ruta de noche, había muchísima niebla. Enzo tenía apenas cinco años, estaba durmiendo sin el cinturón puesto. A pocas horas de llegar a su casa, una enorme camioneta se les cruzó por delante. Su papa tuvo que frenar para no chocar, pero aún así se rozaron bruscamente. Los hombres de la camioneta se bajaron, eran dos, cada uno tenía un fierro en sus manos. Los dos hombres parecían bastante ebrios, uno llevaba una camisa cuadrille color roja y blanca, poseía una barba larguísima enrulada. Se acercó al auto en el que estaba Enzo y con todas sus fuerzas partió la ventana trasera, luego rió. El otro señor, más alto y con remera verde, partió el vidrio de adelante. Los padres de Enzo se abrazaron y taparon su rostro para no lastimarse. Enzo estaba atrás, su rostro estaba lleno de sangre. Los hombres gritaron que todo era culpa del padre de la madre de Enzo que los despidió de sus trabajos, ambos se subieron a la camioneta y se fueron. Después de que Enzo se recuperara en el hospital, al volver a su casa, estampó todos sus autos de juguete contra la ventana de su habitación. Lo llevaron al psicólogo por cuatro años hasta que pensaron que su problema ya se había solucionado.
Enzo puede parecer lo que llamarían normal las personas para sus amigos y conocido, pero su padre y su madre saben que no es así. Son conscientes de los trastornos de su hijo. Enzo suele salir a la madrugada para caminar aunque al día siguiente debe levantarse temprano para asistir al colegio.
Una vez en esas caminatas nocturnas, observaba a los autos. Los vidrios que dejaron su rostro lleno de cicatrices. El seguía caminando, mirando la calle, los bordes de la vereda. Metió su mano en uno de los bolsillos de su pantalón y encontró una moneda de un peso. Seguía caminando, con la moneda en su mano, arrastrándola por los costados de los autos así causando largas ralladuras. De esa forma, recorrió aproximadamente treinta kilómetros y volvió a su casa. Subió por las escaleras para llegar a su habitación y guardó la moneda en un frasco. Al día siguiente, las personas de esos vecindarios estaban enojadísimas. Todos fueron a la comisaría. Los policías no sabían qué hacer con tanta gente molesta. A la madrugada, había decenas de oficiales de policía haciendo guardia en esas calles. Enzo los observó, y se fue por otro camino, una vez lejos de la vista de ellos, sacó otra moneda y empezó a caminar. Esta vez recorrió cincuenta kilómetros. Luego volvió a su casa, y guardó la moneda en el frasco. La gente y los policías estaban como locos, tomaron medidas extremas. En cada cuadra había un policía vigilando. Enzo estaba sentado en el borde de su cama observando al policía que vigilaba. Enzo observaba con una sonrisa en su rostro. Su madre entró a la habitación de él y vio el frasco con las monedas.
-Enzo, ¿Qué es eso? –Le preguntó sorprendida. Ella sospechaba que su hijo tuviera algo que ver con lo que sucedía.
-Son monedas má. ¿Nunca las viste? –Le responde.
-¿Vos no tendrás algo que ver? Por favor Enzo, no se te ocurra ir más allá.
-Basta má, ya soy un hombre. No haría esas cosas. –Le dice Enzo sin mirarla.
-No hagas que te obligue a ir a un psicólogo. –Su madre se va de la habitación bastante disgustada.
La mamá de Enzo, le comenta sus sospechas al padre, pero este no quiere creerle. No quiere aceptar que su hijo esté involucrado con la ley. Siempre había deseado tener un hijo mujeriego y bueno jugando al futbol.
Pasada una semana, la guardia había disminuido bastante. Había un policía cada cinco cuadras de noche. De día había uno cada diez cuadras. Enzo ya estaba cansado de esperar, así que un fin de semana a la mañana, se puso una gorra y salió afuera. Fue caminando hasta la estación de servicio. Solo había un auto. Enzo dejó de mirar, y siguió caminando. En un momento frenó frente a una pinturería. Procuró que tuviera dinero y entró a esta. Observó que el cliente anterior a él, compró un pote de pintura color blanco, entonces él compró el mismo. Salió del negocio y caminó hacia una zona tranquila, lejos del policía de guardia. No había muchos autos, solo tres estacionados en esa cuadra. Se tapó bien con la gorra y en un rincón se agachó para poder abrir el pote de pintura. Después de hacer eso, se levantó, se acercó a uno de los autos y volcó el contenido del pote en este auto color rojo. Satisfecho con lo que hizo, volvió a su casa. Luego de eso, estuvo un mes sin invadir externamente autos, aunque ese mes estuvo ideando un plan. Cada día de ese mes, iba a una estación de servicio distinta y compraba botellones de nafta. Los policías ya no vigilaban y las personas no tenían miedo. Una vez que adquirió todos los productos necesarios. Puso la alarma y se levantó a las 2:00 am. Salió de su casa y condujo con la camioneta de su papá llena de botellones de nafta hacia una plaza muy transitable de día. Enzo estuvo investigando y por eso creyó que ese sería el lugar perfecto, porque de noche se volvía muy solitaria. Aún así, había muchísimos autos porque esa plaza estaba rodeada de edificios y los que vivían ahí, estacionaban afuera. Enzo observó las ventanas de los edificios comprobando que nadie mirase, porque aunque había elegido un día perfecto respecto a que debían hacer esas personas a esa hora, debía asegurarse de que ninguno cambiase sus planes. Abrió un botellón de nafta y lo volcó en un auto, luego otro, y así sucesivamente hasta cubrir toda la manzana. A la camioneta de su padre la dejo junto a los otros autos y la roció de nafta. Con el último botellón, hizo un camino para encender con fuego lejos de los autos. Encendió la mecha y salió corriendo como un profesional. Mientras iba corriendo empezaron a explotar los autos, Enzo se dio la vuelta para correr de espalda y así poder ver las explosiones. Su rostro estaba adornado con una sonrisa. La gente empezó a encender las luces de su casa y observar por la ventana. Enzo se escondió en un callejón y trato de ir a su casa sin ser visto. A las semanas, las personas no dejaban sus autos afuera porque Enzo ni bien veía uno iba a querer hacerle algo. La gente busco una alternativa para viajar, motos y bicicletas. Al principio no le causaba nada, pero luego, Enzo pensó que sería divertido y comenzó a pensar diferentes ideas para destruir estos transportes. Primero solo las pintaba y rayaba pero luego comenzó a doblar los manubrios, romper los pedales o motores. Todo esto provocó que la gente dejara de utilizar estos medios de transporte.
Los defensores del ambienten alaban al “chico fósforo” porque gracias a él, las personas no contaminaban el ambiente con los autos.
En la ciudad hay muchos carteles pegados en postes de luz o ventanales de los negocios que dicen: “¿Quién es el chico fósforo?” junto a una imagen adjunta de la sombra de una persona y signo de interrogación.
Los padres de Enzo están como locos. Tratan de todas maneras impedir que Enzo salga de su habitación, ya que, donde el provoco el peor acto de vandalismo de todos los que hizo en su vida, fue atestiguado por las cámaras. Aunque, estas videocámaras son de poco alcance y mala calidad, puede lograr verse su rostro a penas, y la policia es capaz de encontrarlo. Sus padres no saben qué hacer con él, tienen miedo. Armando, su padre está logrando aceptar que le sucede a su hijo y concientizar sobre eso.
Lo que ellos no saben es que no solo la policía lo busca, hay un grupo tras él también.
Zaira, la madre de Enzo cierra la puerta de la habitación de él con llave y candado, porque debe irse a trabajar a un bar que está ubicado a unas pocas cuadras. Cuando la mujer está caminando por el asfalto, a pocos metros de la puerta principal del bar, se detiene. Observa un auto color negro, no luce muy costoso. Primero, se baja el conductor, un hombre con una barba poco notable, gafas y un poco rellenito. Luego, se abre la puerta del copiloto y sale una mujer voluptuosa de baja estatura, morena. De la parte trasera bajan dos jóvenes, una chica con la mirada perdida y cabello ondulado, y un chico escuálido de cabello negro. Todos entran al bar, al igual que ella.
-Llegó tarde doña, ponte el delantal. –Le ordena su jefa un poco molesta.
-Disculpe, tuve unos problemas con mi hijo. Ya mismo me pongo el delantal.
-Siempre así. ¿Qué anda pasando? Puede confiar en mí.
La madre de Enzo recuerda todos esos problemas a los que se refiere y nerviosa responde: -No, no. Peleas normales de la casa, usted sabe.
La señora pronuncia dos veces la letra M mientras mantiene la boca cerrada, la segunda vez la pronuncia por más tiempo –No sé, mujer. Piense en eso. Ve a trabajar.
Las cuatro personas que ingresaron anteriormente al bar, se sentaron en unos bancos acolchonados que rodean una mesa rectangular color roja al igual que los asientos, y escucharon la conversación de las dos trabajadoras.
Zaira se calza el delantal que cubre desde su pecho hasta  su cadera y camina hacia la mesa de estos para alcanzarles el menú. La comida del día es “Pastel de papa casero”. Todos ordenan eso, a excepción de la joven que pide una ensalada de tomate y zanahoria. Zaira mientras anota los pedidos, ve de reojo una fotografía extraña. No logra ver mucho, está en blanco y negro y parece ser la sombra de alguien. Zaira se retira y los comensales comienzan a dialogar entre ellos.
-¡Qué hambre! – Exclama la chica.
-Sí, la próxima vamos a una parrilla así me compro alto chori. –Dice el hombre cerrando los ojos y masajeando la zona de su estómago. La chica niega con su cabeza.
-Extraño los tacos. –Comenta la mujer haciendo puchero.
-Ya, ya. Dejen de hablar de comidas. Hay que encontrar a este chico. –Se queja el más joven de los cuatro. –Ya tenemos casi todos los datos, solo necesitamos contactarlo. Si tuviéramos alguna manera de saber dónde vive.
-Ya sabemos que debe estar en esta ciudad. –Dice la chica enrollando un dedo en un mechón.
Zaira se acerca con la comida, y todos se callan automáticamente. Sin embargo, ella no pudo evitar escuchar lo anterior.
-Acá tienen. –Dice Zaira con una fingida sonrisa. Sospecha que hablan de su hijo. ¿Por qué querrían encontrarlo?
Por última vez, Zaira observa la imagen mal ocultada sobre la mesa. Es su hijo. En la plaza principal rodeada de autos.
-El día de las explosiones. –Susurra Zaira creyendo que piensa.
-¿Qué? –Pregunta la joven.
-Disculpen. –Dice Zaira anchando sus ojos, y trata de irse pero el chico la retiene del brazo.
-Oye, oye. Soltá a la camarera. –Reclama la señora con la que estuvo hablando Zaira antes, la otra trabajadora.
-Perdón. –Dice el chico, bajando la vista.
-Está bien, Norma. Ve. –Habla Zaira, refiriéndose a su jefa.
-Bueno. Cualquier cosa me avisa. –Se va Norma observándolos con los ojos estrechados y levantando el mentón.
-¿Son policías? –Pregunta Zaira.
-Para nada. -Ríe Franco, el hombre.
 -¿Qué quieren de él?
Todos se observan sugestivamente.
-¿Es su madre, no? Podemos protegerlo de la ley. –Dice Elizabeth, la mujer con anchas caderas.
-¿Cómo saben? ¿Por qué harían eso? – Si la voz de Zaira se materializara, parecería una gelatina moviéndose.
-Lo supuse. –Responde la psicóloga.
-No hacemos buenas cosas, y entre todos nos salvamos el culo el uno al otro. –Sonríe Franco. –Necesitamos más ayudantes, su hijo puede formar parte si no dicen nada.
Los dientes de Zaira rechinan por los nervios. –Si se lo llevan lejos y lo protegen, se los doy. Necesito que lo cuiden, prometo no decir nada. – Ella agarra de los hombros a Franco y le ruega a punto de llorar. –Por favor.
Todos sonríen por dentro. –Está bien, le anoto una dirección  y ahí nos vemos en dos horas. – Dice Leonardo, el delgado.
Terminan de comer, sus platos quedan blancos como si estuvieran limpios. Se nota que tenían muchísima hambre. Ya satisfechos, pagan la cuenta y se van.
-Fue más fácil de lo que imaginé. –Dice Soledad.

Por otro lado, Zaira termina su turno en el trabajo y casi corriendo se va a su casa. Todo el camino lo hace mirando el suelo. Reconoce que ya está en su casa cuando ve las baldosas color rojas y negras que decoran la vereda. Entra con rapidez, abre el candado y la puerta para dejar a salir a Enzo y contarle lo que paso. Claramente Enzo no quiere hacerlo, y protesta, pero no tiene opción, porque su padre se entera al mismo tiempo que él y ambos padres obligan a su hijo a entrar al auto de su madre, para llevarlo a donde debe ir. 

domingo, 28 de septiembre de 2014

Vandalismo - Capitulo 3 "Franco"

Franco es un hombre de treinta y un años de edad.  Trabaja de lunes a viernes ocho horas en una matricería. Su sueño siempre había sido jugar en el equipo de Newells pero por un problema en la rodilla no pudo completarlo. Franco está casado con una docente y tiene tres hijas. Suele preocuparse mucho por su hija mayor ya que está en una etapa en que las hormonas florecen. Su hija tiene solo once años, pero  ya se empieza a fijar en chicos más mayores que ella, aunque aún no se atreve a pasar de juego. Si Franco supiera con la cantidad de chicos con los que su hija coquetea, le agarraría un infarto.
Los fines de semanas se le pasan volando, trata de encontrarse con amigos para jugar a alguna canchita que esté disponible para alquilar en los clubes o suele llevar a sus hijas a comprar un helado o a jugar en la plaza.
Aunque todo parezca normal en la vida de ese señor, cada cuatro años invierte todo su tiempo disponible en alterar las votaciones de las elecciones. Además de divertirse, Franco es un anarquista. No está a favor del gobierno y por esa razón cambia todos los votos a en blanco, para que no exista un liderazgo. Si bien, el pueblo en el que vive es chico, esto genera una gran repercusión.
Hoy están a un mes de las elecciones, Franco comienza sus preparaciones. Empieza pidiendo vacaciones en la matricería, luego se instala en su garaje por todo el mes.
De los doce candidatos a presidente que se habían postulado en Agosto, cinco pasaron a Octubre. La esposa de Franco es designada como presidente de mesas en la escuela que trabaja.
La alarma suena a las 5:00 am. Franco prende la lámpara que esta sobre su mesa de luz, se pone los anteojos y se sienta en la cama.
-¿Franco? –Exclama su esposa. Levanta un poco el torso y se apoya en sus antebrazos.-¿Qué haces tan temprano despierto?
-Tengo trabajo que hacer, amor.
-Estas de vacaciones, ¿Qué trabajo?
-Después te explico, dormí. Voy a estar en el garaje. –Franco se inclina y besa a su querida esposa.
Luego, Franco se calza las pantuflas y se va caminando hacia el garaje. Una vez allí, comienza sus preparativos. En una mesa larga apoya bastantes carpetas con información dentro. Franco camina hacia la cocina, y sale por la puerta que da al patio. Apoya una escalera en el mural que divide su propiedad con la del vecino. Como está oscuro utiliza una linterna para observar. Su vecino suele olvidar cerrar la puerta que da al patio asique Franco aprovecha y entra por ahí. Despacio, camina lentamente hacia la sala de estar, buscando algún modem. Se tarda un rato hasta que logra encontrarlo.
-¿Quién anda ahí? –Grita su vecino con una lámpara en su mano derecha.
Franco se pone muy nervioso. Sus ojos se abren como huevo frito. Desconecta un cable del modem y al instante coloca uno que el traía. Después se va corriendo por donde vino. Para no hacer ruido, no cierra la puerta. Trata de saltar para agarrarse del mural pero no puede. Franco se esconde detrás de una hilera de palos de bambú. Su vecino sale al patio, esta vez con un cuchillo en su mano derecha. Observa de izquierda a derecha, de arriba abajo el jardín, pero al estar oscuro no ve a nadie. Por lo tanto, entra a su casa y cierra la puerta con llave.
-Maldito viento. –Rezonga el viejo.
Franco suspira y seca el sudor de su frente con la palma de su mano. Ahora, sin apuro trata de saltar al mural. Lo logra y entra a su hogar.
La computadora ya está conectada a la red de internet ajena, ahora Franco puede trabajar en ella sin preocuparse de que detecten la red. A su costado hay cajas con miles de panfletos que se utilizan para votar, hay uno por cada ciudadano que vota en la escuela en la que el va a interferir. En su computadora se asegura de cambiar la ip cada dos horas. Con un programa muy complejo y utilizado por expertos, hackea una web que utiliza el gobierno para comunicarse. Le resulta muy difícil ya que la página lo echa cada 5 minutos. Franco se está arriesgando muchísimo, ya que, el gobierno puede ser capaz de contactarlo.
Luego de dos semanas, ya tiene la información necesaria, desconecta todo. Rompe la computadora y luego la quema en su patio mientras su esposa trabaja. Sus hijas asisten al colegio y/o al jardín.
Dos semanas más tarde, es el día de las elecciones. Los candidatos están eufóricos. Franco se pone la remera de newell’s y arriba una camisa azul con un traje. Por lo único que Franco tiene miedo si llegan a descubrirlo, es por su familia.
Su esposa ya está en la escuela, ya que tuvo que ir más temprano. Pero, ahora Franco se dirige hacia allá. Sus niñas se quedan solas por un tiempo.
En su camioneta carga todas las cajas y una vez allí, estaciona cerca de donde deben estar esperando las camionetas que transportan los votos clasificados. Franco observa disimuladamente. Está lleno de militares, más que el año pasado. Franco empieza a notar los nervios.
Como una persona normal, saluda a los militares que escoltan la entrada al colegio y accede. Se acomoda la corbata que se puso anteriormente y se dirige a la mesa en la que tiene que votar. Casualmente es la misma en la que su esposa es jefa a preceptoras. Después de esperar en una larga fila, Franco inserta su voto en blanco en la casilla y se va.
En su camioneta también tiene guardadas cajas con petardos. Sigilosamente, maneja hacia una calle vacía para hacer explotar algunos petardos, está cerca de donde están los militares escoltando las camionetas pero no se alcanza a ver quien hace explotar los fuegos artificiales. Franco pone una gran cantidad y prende fuego. Rápidamente sube a su camioneta y se fuga. La mayoría de los militares se acercan para ver que pasa pero algunos se quedan vigilando, asique recurre al plan B. Detrás de la escuela, donde está el patio, hay una escalera muy vieja. En una mochila, Franco guarda muchos petardos y va corriendo por una parte no vistosa hacia un mural que tapa el patio escolar. Franco escala por algunos huecos que tiene la pared y se tira al cemento del patio. Como lo planeó, cae a pocos metros de donde está la escalera. Afortunadamente, no hay soldados vigilando esa zona. Mientras sube, la escalera oxidada chilla. Franco trata de subir lo más rápido que puede para acabar con ese sonido. Una vez en la terraza, se acuesta y se arrastra hasta poder ver las camionetas. Agarra un petardo, lo enciende y lo tira al lado de un militar. Luego, hace lo mismo con otros dos hasta que los militares lo ven. El corazón de franco se acelera. Corre hasta la escalera y baja hasta llegar a una distancia adecuada para poder saltar. Lo que no pensó fue como subir el mural. Como no ve otra alternativa, corre hacia el otro extremo del patio donde hay una puerta que da al colegio y entra por ahí, todas las personas presentes voltean a verlo. Franco con toda velocidad sale por la puerta escoltada de militares, antes de que estos logren reaccionar, él escapa. Los militares comienzan a disparar sobre sus pies pero Franco sube a la camioneta y sale de ahí.  No puede creer en el quilombo que se metió. Y encima no pudo completar su plan. Por la velocidad, las cajas se abren y se esparcen todos los panfletos.
Su rostro aparece en todos los noticieros. Se humilló de por vida.
Por otra parte, Leonardo junto a Elizabeth y Soledad, ven la noticia por televisión. Los tres se observan y piensan lo mismo: encontrarlo y unirlo. Hay algo que tienen muy claro y es que deben hacerlo rápido.
Lo primero que hacen es viajar hacia ese pueblo. Allí se encargan de encontrar información sobre él. Hacen todo lo necesario para poder dar con el lugar donde se esconde. Pasan las veinticuatro horas del día buscándolo.

Luego de dos días, lo logran. Logran hacerlo antes que la policía. Cuando ellos van a buscarlo, el grupo ya se lo llevó.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Vandalismo - Capitulo 2 "Soledad"

Capítulo 2 – Soledad


El humo proveniente de su boca se expande por la atmósfera. El cigarrillo se desvanece en cenizas. Su cabello castaño ondulando sigue la corriente del viento. Soledad es una chica de dieciocho años irónicamente amante de la compañía. Soledad se encuentra fuera de la entrada de su casa. Apaga su cigarrillo y entra al hogar a buscar sus llaves y un poco de dinero. Luego se va al supermercado. El aroma a frutas se extiende por sus fosas nasales. Observa los cajones de vegetales recién traídos, algunos de ellos están cubiertos por una fina capa de tierra. De pronto, Soledad que es vegetariana mira hacia la carnicería. Observa a los nueve clientes esperando para comprar “cadáveres” y se exaspera. La mirada del carnicero es vacía. Vuelve su mirada a la verdulería, recoge dos plantas de espinacas y las paga. Luego se va a su casa. Una vez allí, deja las plantas en la mesada y entra a su habitación. Se queda un rato de pie, quieta,  y mira detenidamente varios afiches pegados en la pared por encima de su escritorio lleno de más apuntes. Soledad tiene un proyecto que finalizar hace tiempo. Junto a diez amigos suyos tiene la idea de liberar un ganado de vacas antes de que estas sean asesinadas. A pocos días de que el plan se lleve a cabo, ella tiene pensado ir mas allá de solo liberar a las vacas. Soledad sonríe maliciosamente.
Llegado el día, ellas y sus amigos se encuentran en la sala de estar.
-Voy a la cocina a buscar algo y vuelvo. –Les hace saber.
Camina hasta la cocina y cierra la puerta. Con pasos sordos llega a la mesada, abre un cajón y quita el cuchillo más filoso que hay ahí. Lo guarda dentro de su pantalón en la parte trasera. Cierra los ojos y suspira. Una vez hecho eso transforma su mirada a una más vacía, como la del carnicero.
Soledad vuelve con sus amigos.
-Vamos chicos, ¡es hora de desatar vacas! –Ríe Julián.
Todos se suben a una camioneta con gran espacio trasero, además de detrás está enganchado un tráiler. Dos chicos se suben a la parte delantera mientras que el resto en el baúl. El copiloto tiene el GPS activado en su celular y se dirigen a la misma ruta por la que hoy va a pasar un camión con veinte vacas aproximadamente.
Ya hace media hora que están viajando. Enseguida se puede ver al camión aproximarse en dirección contraria. El conductor observa que no haya ningún auto por detrás y gira bruscamente el volante para cortarle el paso al camión. La camioneta frena a toda velocidad causando un chirrido molesto y haciendo que la parte trasera se eleve un poco. El conductor enemigo los insulta y les hace señas. Siete de los chicos se bajan para abrir con un fierro el portón que mantiene en cautiverio a los animales. Una vez abierto el porton, los muchachos entran dentro y arrastran a las vacas por una rampa, luego las empujan para que la mitad suba a la parte trasera de la camioneta y la otra mitad al tráiler.
Mientras tanto, Soledad en cuanto ve a sus compañeros ocupados, corre desapercibidamente a la parte delantera del camión, se sienta en el lugar del copiloto y observa al conductor.
-¿Qué mierda hacen pelotudos? – Le pregunta el camionero enojado con una voz gruesa y rasposa.
Soledad lo mira como si él fuera el culpable de la matanza de tantos animales. Sin pensarlo, lo acuchilla. Una vez en el abdomen y otra en el pecho. Soledad suelta el cuchillo. Sus manos comienzan a temblar. Empieza a tiritar. Sus ojos se cubren de lágrimas. “¿Qué hice?” Sus ojos están muy abiertos y su boca apenas abierta. Su amigo que se encarga de conducir, la ve y va corriendo hacia ella.
-Sole, ¿Qué haces ahí? – Le pregunta a lo lejos. Cuando se acerca más, ve al conductor agonizando.
-¡Soledad! ¡¿Qué carajo hiciste?! ¡¿Estás loca?! –El chico, Cristian le grita todo eso y se sube al camión. Agarra de los hombros a Soledad y la aparta.
-Dios mío, dios mío. –Cristian primero acerca sus manos amagando a tocar al ya muerto hombre, pero no se anima y las coloca sobre su cabeza. -¿Qué vamos a hacer? –Su voz tambalea.
Todo el resto de chicos se acercan preocupados. Al ver la escena, la mayoría de ellos se ponen nerviosos.
-¡Vamos! ¡No podemos quedarnos acá! Suban a la camioneta. Soledad anda adelante. Vos Cristian subí al tráiler con las vacas. – Les grita Julián.
-¿Y…y qué hacemos con... con él? –Pregunta Estefanía tiritando señalando al muerto.
-Lo dejamos ahí. Vamos, conduzco yo.
Julián arranca la camioneta y se van de la ruta solitaria. Pronto, encuentra una desviación a la derecha y gira hacia ahí. Según los mapas faltaría poco para llegar al lugar donde planearon ir desde un principio. Las vacas comienzan a inquietarse. Los chicos que están a sus lados se ponen de pie y tratan de calmarlas. Las ruedas de la camioneta levantan tierra por la velocidad. Algunos chicos tosen a causa de esto y entrecierran los ojos.
-Chicos, llegamos. Bajen a las vacas. –Toma el mando Julián.
Mientras que Soledad se queda sentada en el asiento de adelante, los demás ayudan a bajar las vacas. Donde se encuentran es un lugar desolado, están por encima de una colina. El césped es verde claro, sin yuyos ni pasto seco. Una vez que las vacas están sobre el césped, los chicos empiezan a armar carpas para acampar ahí.
Cristian se acerca a Julián y lo interroga - ¿Qué pensás hacer? ¿Vas a ignorar lo que pasó? ¿Sabías que la policía nos va a encontrar, no?
-Cállate.
-¡No seas pelotudo! No quiero estar acá cuando venga la cana.
-Entonces ándate, sos libre.
-¡No! Hay que hacer algo. Loco, ¡reacciona! –Cristian lo agarra de los hombros a Julián bruscamente.
-¡Basta! –Julián lo empuja y se aleja.
-¡No pretendas que nada pasó! –Le grita.
A la noche todos se reúnen alrededor de una fogata. Todos están nerviosos y a la espera de la ley. Soledad está sentada abrazando sus rodillas, observando fijamente el fuego. Los que menos conocen a Soledad tratan de evadirla y sentarse lejos de ella por miedo.
-Sos una hipócrita. –Dice Estefanía.
Soledad la mira.
-¿Te quejabas de la matanza animal y matas a un humano? Hipócrita.
-Cállate Estefanía. –Le dice Julián.
-¿Que me calle? – Estefanía ríe sarcásticamente. –No querés asumir nada porque Soledad te gusta hace añares.
-¿Qué mierda tiene eso que ver? No es momento para pelearnos. Hay que hacer algo. –Dice Julián sonrojado.
-¡Bravo! Por fin te das cuenta de que hay que hacer algo. –Aplaude Cristian.
-Deja de joder Cristian. Estoy tratando de ver las cosas con claridad. Nos vamos a quedar un tiempo acá hasta que todo se calme.
-¿Esa es tu idea de hacer algo? Tenemos que rajar de este lugar.
-¡Qué fácil! Maravillosa idea. ¿Y las vacas?
-¡Ya no importa pelotudo! Estamos todos involucrados con un homicidio.  
-Sos un cobarde. ¿Tenés miedo? Andate, sos libre.
Cristian se levanta, agarra su mochila y se va caminando hacia el norte. Soledad está en pánico.
-Chicos, no puedo. Es mi culpa. Perdón, perdón, perdón. Yo soy la que tengo que hacer algo.
-¿Qué querés decir?- Le pregunta Estefanía.
-Me voy a entregar.
-¡No! ¡No seas estúpida! Tiene que haber otra forma.-Grita Julián.
-Basta Julián, deja de tratar de protegerla. Es una asesina. –Dice Estefanía nerviosa.
-Vos cállate. Sole anda a acostarte en el tráiler y pensá bien que vas a hacer. –Dice Julián un poco más calmado.
-Sos un estúpido. –Finaliza Estefanía.
Soledad se levanta y se sienta en el tráiler. Se queda un rato sentada apoyando su cabeza el lateral del tráiler. Saca su celular del bolsillo y para distraerse empieza a leer un blog que le gusta mucho llamado “Derecho a la verdad” creado por Leonardo Salamone. En su cabeza habia quedado vagando un mensaje que el creador de la pagina le habia mandado hace un par de semanas.
Recuerda el mensaje y lo abre para releerlo.
“Hola Soledad, soy Leonardo. He visto que seguís el blog desde el principio y que sos muy fiel a este. Tu cuenta también está comprobada así que pensé, ¿Por qué no? ¿Qué dirías si te invito a formar parte de una red de vándalos? Y esto no es mentira. Si aceptas te espero en donde quieras. Pásame la dirección y al rato llego.”
Soledad normalmente hubiese ignorado un mensaje de una persona como Leonardo pero si no se entrega a la policía, esta es la única idea que se le ocurre. Irse y dejar a sus amigos libres. Sole se acerca a sus compañeros y les hace saber sobre esto.
-Estas ciega Sole. Tenés que ver con claridad, no podes irte. –Dice Julián muy triste.
-No, no. Déjala que se vaya, nos haría un favor. Nosotros no somos cómplices ni nada. – Da su opinión Estefanía.
-Pero…-Trata de hablar Julián con voz baja.
-Pero nada, me tengo que ir cuanto antes. No sé por qué hice eso. Adiós a todos. – Soledad con lágrimas cayendo por sus mejillas saluda a todos los demás. Julián la abraza y le desea suerte.
Soledad se va caminando por el lado contrario al que se fue Cristian.

Tiempo más tarde cuando Soledad ya está lejos de la colina. La policía encuentra a sus amigos. El radar que estaba en la ruta pudo captar lo que paso además que la evidencia de las vacas en el lugar era más que suficiente. Los oficiales de policía arrestan a los chicos y los llevan a la comisaria. Todos son acusados de vandalismo y complicidad con un homicidio.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Vandalismo - Capitulo 1 "Elizabeth"

Capítulo 1 – Elizabeth

Ella es Elizabeth, puede parecer solo una mujer de treinta y pico años de edad con un trabajo estable y una vida llevadera en la ciudad de Veracruz, México. Pero Ely, oculta un secreto que ni su familia sabe. Si ellos se llegaran a enterar les parecería bizarro y estúpido. Elizabeth es consciente de que lo es pero no le interesa, así ella es feliz, ama crear escándalos en las redes. No lo puede evitar, lo lleva consigo misma. Cuando está en el trabajo, utiliza su celular la mayoría del tiempo para revisar su propio blog con cientos de suscriptores. También revisa si algún fan al cual molesto le respondió lo que ella haya puesto. Su hobbie es bastante inmaduro para su edad pero a Ely le importa tres quinotos. Elizabeth tiene dos trabajos, por un lado es una comprensible psicóloga y por otro, una exigente profesora de inglés.
Ahora mismo, Elizabeth se encuentra en el instituto en el que trabaja. Ella esta utilizando su celular como de costumbre.
-Elizabeth, ¡guarda eso! – Le dice la directora de la institución bastante molesta (¡Ya es la cuarta vez que se lo dice!). Ely aprieta los labios para no reir y guarda su celular.
-Los niños están haciendo una actividad. ¿Qué hace aquí señora directora?  - Le pregunta Ely, ya que esta en medio de su clase.
-¿Qué es esa pregunta? Puede decirme Yolanda, solo quería ver cómo iba todo y a ver si había dejado su móvil, pero parece que no. Ya hablaremos de ese tema, siga su clase – Le dice Yolanda.
-Tiene razón, disculpe por lo del móvil. –Termina de hablar Elizabeth. Yolanda asienta con su cabeza y se marcha del salón.
Elizabeth comprueba que todos los alumnos hayan terminado la actividad para así verificar las respuestas entre todos. Luego, Ely les entrega más actividades para hacer ya que, el martes que viene es la evaluación.
-Niños, voy hasta al baño y ahorita vuelvo. Terminen con la actividad. –Les avisa Ely, y se va al baño. Todos asienten.
Un alumno había escuchado toda la conversación anterior y se le plantó la duda de qué haría la profesora tan correcta en su celular. El chico quería fijarse si la profesora tendría conversaciones cursis con algún hombre y así mostrárselo a sus compañeros. Pero lo que encontró no se lo esperaba. ¡La profesora Elizabeth era dueña del blog que había insultado a su artista favorito! El niño al ver eso sonrió, y se le cruzaron miles de venganzas por la cabeza.
-Y, ¿Ryan has encontrado algo en el móvil de la profe? – Le pregunta su compañero entusiasmado.
-Pues…-Comienza a decir Ryan en cuanto la profesora entra a la habitación.
-¡Ryan! ¿Qué hace con mi móvil? – Reclama Ely con las mejillas sonrojadas.
-No, nada, nada. Quería ver la hora, disculpe. –Le responde Ryan bastante nervioso.
-Si lo vuelvo a ver otra vez hurgando entre mis cosas, voy a llamar a sus padres. Vaya a sentarse. –Ely por fuera parecía seria y bastante molesta, pero por dentro se reía al ver la cara de niño asustado.
El muchacho no puede creer que su profesora este tan enferma para tener un blog como ese. El tiene muchas ansias de que su plan se lleve a cabo. Ni bien llego a su casa, empezó a escribir manuscritos sobre el plan. El plan tardaría solo tres días. El primer día, llevaría una cámara de fotos para tomarle fotos que la desfavorezcan. El segundo día, la seguiría hasta su casa para tratar de captar imágenes en las que ella salga usando el blog, luego en su casa escribiría todo un texto explicando que ella es quien maneja el blog y quien es. El tercer día, con ayuda de sus compañeros distraería a Elizabeth para así transferir todo lo que había trabajado en el blog. Ahora todo dependería de su suerte.
Luego de los dos primeros días, ya era hora de llevar a cabo el último paso. Mientras la profesora les explica a sus alumnos una actividad que les había entregado, Ryan silenciosamente se acerca al escritorio de la profesora y saca el celular de la cartera. Ryan vuelve a su banco. Cuando la profesora vuelve a su escritorio, Ryan rápidamente abre donde debe estar iniciada la sesión del blog y le pasa todo el post que había creado anteriormente. Mientras tanto, Elizabeth está dando vueltas su escritorio tratando de encontrar el dispositivo. Ryan mueve sus ojos hacia donde esta ella y sonríe.
Una vez que toca el timbre, Elizabeth se va del salón desconcertada. Ryan apoya el celular en el suelo al lado del escritorio de la docente para que parezca que se haya caído. Ryan se levanta y le dice a todos sus compañeros mostrando un papel con el nombre del blog: -¡Escuchen! Todos entren a este blog –Ryan ríe con todas sus fuerzas.
-Oye, yo conozco ese blog. Es un pinche cabrón el que escribe. –Dice un compañero y luego accede al blog como el resto de sus compañeros.
Todos al entrar al blog quedan un poco shockeados al ver fotos bastantes comprometedoras de la profesora. Hay una en la que ella está sentada en el inodoro haciendo sus necesidades y a la vez con su celular. En otra, está sacándose un moco frente a un espejo. Y hay muchas otras bastantes vergonzosas, además están acompañadas de un texto en el que dice su nombre completo, edad, dirección, profesión, numero de teléfono y obviamente también dice que es ella quien maneja el blog, pisando las ideologías de los niños que pensaban que el blogger era un “dios”.
Todos los compañeros luego de shockearse al ver eso, empezaron a estallar de risa. Ryan comenzó a repartir papeles por toda la escuela, incluso a la directora, donde decía la dirección del blog. De pronto, toca el timbre de fin de recreo, entonces Elizabeth vuelve al salón sin enterarse lo ocurrido. Ve el celular en el piso y lo levanta para luego utilizarlo. Cuando esta a punto de entrar al blog, aparece la directora en la puerta del salón buscando una explicación. Ely solo alcanza a ver una imagen de ella en su blog en cuanto la directora la obliga ir a su despacho.
-¿Qué es esta atrocidad Elizabeth? ¡Exijo una explicación ahora! –Le reclama Yolanda indignada.
-Señora directora, discúlpeme. ¡No sé quién ha hecho eso!
-¿Qué importa quién lo hizo? ¡¿Por qué tiene esa clase de blog?!
-Es solo un pasatiempo, no sé cómo ha llegado a manos de otros –Le responde Ely muy nerviosa.
-Mire Elizabeth, durante estos años le he tomado mucho  cariño, pero no creo que así los niños te puedan respetar. No entiendo, como llego al punto de decirle a usted que es psicóloga, visitar a otro psicólogo o mejor, a un psiquiatra.
-Discúlpeme, no volverá a ocurrir, cerrare todo, lo prometo. – Elizabeth, le insiste muy preocupada a Yolanda.
-Elizabeth, no me puedo hacer responsable de tus actos. Tu blog tiene muchos seguidores o como se llamen, se sabrá en toda la ciudad dentro de poco. Lo siento, esta despedida.
Elizabeth se retira de la habitación, y va al salón a recoger sus cosas.
-¡Eso le pasa por meterse con mi ídolo! – Le dice Ryan sacándole la lengua como acto ofensivo.
Ely lo mira con mucha bronca y se va a su casa. Una vez allí, lo único que quiere es acostarse en su cama y olvidarse de que más tarde tiene pacientes a quienes atender. Aunque mejor que olvidarse, Elizabeth les manda mensajes a los pacientes para que hoy no asistan. Cuando le está mandando un mensaje al último paciente, recibe una llamada de un desconocido con código de área argentino. Ely piensa que debe ser algún fan resentido que haya visto el blog en los últimos minutos y no lo atiende. Pero este desconocido vuelve a llamar seis veces más y Elizabeth ya re cansada de que llame, lo atiende.
-¿Quién eres? –Le pregunta Ely.
-Soy Leo, digo Leonardo. Yo vi tu blog.
-¿Y? Quiero descansar, no vuelva a llamar.
-¡Espere! Yo sé de muchas cosas sobre vandalismo que te podrán ayudar. Te voy a ayudar con lo que paso en el blog.
-¿En serio? ¿Cómo?
-Mire, yo tengo contacto con el creador de las pagina de blogs en la que vos tenes este dominio. Puedo decirle que cierre todo para que nadie pueda entrar y así borrarlo tranquilamente, solo necesito que viaje a Buenos Aires, Argentina.
-No tengo dinero. Aun así ¿Por qué te creería? – Elizabeth no quiere ir hasta allá sin siquiera conocer al remitente.
-Yo pago el boleto de ida, anda al aeropuerto a las veinte en punto y a esa hora te llamo para explicarte los trámites que tenes que hacer.
Elizabeth colgó el teléfono. “¿Quién mierda es ese?” Pensó. Ely no tenía ni una intención de ir pero a las horas empezó a recibir cada vez más llamadas de conocidos como de desconocidos. Enseguida, sus familiares entran a su habitación acosándola con preguntas. Todos muy impactados sobre lo sucedido. Su hermano la molesta con todo lo acontecido. La madre quiere saber qué clase de locuras se le pasaron en la cabeza para hacer ese blog. Su padre esta ofendido. Elizabeth está muy abrumada y ya lo único que se le cruza por la cabeza es irse del país. La mujer echa a todos de su habitación, agarra una valija y empieza a poner todo lo que encuentra adentro. Se va a la terminal de colectivos para irse al aeropuerto de D.F. Una vez en el colectivo, a Elizabeth solo le preocupa llegar a tiempo ya que esta con el tiempo jugado. Observa por las ventanas el paisaje olvidándose todo por un momento.
-Oye, ¿esa no es la del blog?
-Sí, creo que si – Unos niños susurran riéndose.
Uno de esos niños se acerca a Ely y le pregunta:
-¿Me puedo sacar una foto con usted?
-No.- Le responde Elizabeth cortante y se da la vuelta.
El niño vuelve a su asiento porque su mama lo llama y Ely se acurruca comenzando a lagrimear. Luego de eso, se termina durmiendo hasta que el transporte llega a destino. Elizabeth baja del colectivo y entra al aeropuerto a esperar la llamada de Leonardo. Después de finalizar todos los trámites, entra al avión y espera llegar a Ezeiza.
Cuando llega, busca a Leonardo por todas partes. En su mente tiene la imagen de un hombre adulto y serio pero cuando quiere acordar a quien ve es a un adolescente con sonrisa de oreja a oreja.
-¿Te puedo decir Beth? Soy Leo.
“¿Quién me mando a meterme a ese avión?” es lo primero que piensa Ely.
-¿Cuántos años tienes? –Le pregunta Beth.
-17 – Ríe modestamente.
-¡¿17?! ¡Eres solo un niño! ¡No manches! ¿Qué piensas hacer? – Ely se agarra la cabeza porque no puede creer lo que está pasando.
-A mí me gusta crear información falsa por internet y pensé que juntos podríamos hacer un conjunto.
-¡Estás loco!  
-Tranquila, tengo todo controlado. Voy a contactar más personas para que se nos unan. –Le dice Leonardo aunque él sabe que no tiene nada controlado. Al igual que le dijo que contactaría al creador de la página de blog, esto es mentira.