*
¿Qué día es? No lo sé…
Me levanto sin ganas, siento el cuerpo pesado.
No hay nadie en casa. Me doy cuenta al no escuchar murmullos ni sonido alguno.
Siento como si fuese un día mas, en realidad no, siento como si aún no
despertase pero sin poder dejar de pensar.
De pronto, algo sacude mi cabeza como un
tambor. Un cosquilleo se extiende desde mi pantorrilla izquierda hasta mi nuca.
“Ñacñac “Un sonido agudo y enfático
hace temblar mi oído. -¿Qué fue eso?- me digo a mí mismo, pues sabía que no
había nadie. Doy vueltas sobre mis pies
¿Tratando de encontrar algo? “ARRGHHHH” Garras filosas rasgan mi espalda. Las
siento muy adentradas en mi piel. Heridas tan profundas y dolorosas que me
hacen lagrimear. Sin embargo, toco mi espalda buscando sangre, pero se
encuentra intacta sin un rasguño. “Ñacñac
“Otra vez ese ruido escalofriante. Tengo miedo.- ¿Quién es?- pregunto. -Ven aquí-responden. La voz ahora más suave se aproxima desde un garaje que nunca había
visto antes. Ya no estoy en mi casa, quiero decir, creo que nunca estuve en mi
casa desde que desperté.
Me escabullo hacia la puerta del garaje. Logro
dar una mirada hacia el opaco cielo. No hay demasiada luz pero la luna que se
encuentra más grande y luminosa como jamás antes la había visto, se refleja débilmente
en el suelo de cemento. Debería ignorar ese chirrido e intentar encontrar
alguna manera de volver a mi casa, o al menos, a mi ciudad. O a mi planeta.
Todo lo que me rodea lo desconozco. Pero tengo intriga, quiero saber que
sucede. Siento escalofríos. Quiero que algo me impida entrar al garaje. Quiero
retenerme a la vez que quiero saber. Mi intuición se divide en dos. Pierdo el
sentido de orientación. Estoy asustado.
Algo tira de mi brazo haciéndome entrar al
garaje. Siento más cosquilleos en mi nuca que me hacen tiritar. -Aquí estas- la voz suena desde algún
lugar lejano. “Ñacñac” La voz se
adentra en mis oídos, llegando a mi pecho como una punzada. Me quedo ciego durante
unos segundos antes de captar la presencia de un anciano parecido a un gnomo,
sin cabello y con aspecto tan débil que seguro que si alguien lo patea, este
cae rendido ¿Pero es fuerte?
Veo una sombra moverse rápidamente hacia
delante. Si no fuera por la gran cantidad de niebla podría jurar que esta
frente a mí. A pocos centímetros. Escucho un suspiro y pronto mi rostro se
cubre con una nube blanca con olor bastante extraño. Familiar. Siento un golpe de electricidad en mi cuerpo.
Centésimas en el que la electricidad recorre cada arteria de mi sistema
cardiovascular. Corro.
Me encuentro en una habitación donde no
distingo paredes del suelo, pero aun así, se que estoy en el centro. A lo lejos
veo algo brillante. El viejo. Sigo corriendo tratando de encontrar una salida.
Estoy desorientado y lugar al que vaya sigue siendo igual, a la misma distancia
de todo. Por lo tanto no se a que velocidad voy. Aun así soy lento. Lo siento.
Mis músculos se contraen. Me agito.
Necesito escapar.
Una caja. Mi solución. Apoyo mis manos en las
esquinas de la caja la cual esta húmeda. La humedad me da una sensación de
nostalgia y a la vez pánico. No tengo otra opción. Termino de entrar en la
caja. La cierro. Estoy seguro, aquí lo estoy.
¡PLAF! ¡PLAF! ¡PLAF! Tambaleo de un lado a
otro. Mi cabeza choca con las extremidades.
-¡NO VOY A SALIR¡- grito
¡PLAF! ¡PLAF! ¡PLAF!
-¡SILENCIO!- grito
No hay nada me convenzo a mi mismo. No hay
nada. No hay nada afuera. Nada.
El tiempo pasa. No se exactamente cuanto
tiempo llevo aquí. La caja sigue húmeda y aun así se que pasaron años. No lo
sentí así, en un cerrar y abrir de ojos pude notar el transcurso de las horas,
los días, los meses, los años como si fueran segundos. Afuera debe ser seguro.
Lentamente me deslizo por la abertura del cartón con forma cubica. ¿Cubica?
Antes pensé que era cuadrada. Salgo en busca de luz natural. No es posible.
Todo sigue oscuro como si el tiempo no hubiese pasado. Como parece. No ingerí
ningún alimento y sigo vivo. ¿Vivo?
Estoy claramente seguro que no paso ni una
centésima desde que me escondí. Fruto de mi perdición.
Me meto de nuevo en la caja. Me pongo en
posición fetal. Descansare.
¡PLAF! ¡PLAF!
Te espero.
La caja desaparece. Estoy parado en el centro
de la nada como antes.
“Ñacñac“La voz
proviene de atrás mío, ya que siento un viento caliente y pesado en mi hombro,
tan feo como suena.
Mi vista vuelve a fallar como antes de haberme
escondido. Veo borroso. Veo sombras. Veo garras. Veo. No veo. Abro los ojos.
¿Dónde estoy? Detrás de mí hay un espejo. Logro observar mi reflejo antes que
el espejo se desvanezca. Luzco débil, una gran bolsa de ojeras acompañan a mis
hundidos y vacios ojos. Estoy encorvado pero como si fuera mi
postura normal. –Espera- estoy casi
seguro que eso lo acabo de decir yo, pero ¿Por qué? No recuerdo nada. Acaricio
mi cráneo pelado. ¿Quién soy? ¿Qué hago acá? La respuesta es tan simple que no
la sé.
“Ñacñac”
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