¿Alguna vez te has preguntado cuál es el sentido de la vida?
¿Por qué vivimos? ¿Qué es vivir?
La música golpea mis orejas, me deja aturdida. Mi mente da
vueltas, observo en 360 lo que me rodea, los destellos de luces me ciegan, pero
sigo prestando atención. Y es que esta situación me hace recordar a mi serie
favorita de zombies.
Aquí las personas no están muertas, pero sí dormidas. Éstas
se sienten vivas disfrutando del ambiente, pero, ¿no es a caso una analogía?
Estas personas buscan sentir. Intensificar sus sentidos. Y aquí estoy yo,
intentando comprender cuál es la diversión de esto.
Me tratan de loca, rara, aburrida. Y yo me pregunto ¿Por
qué?
Buscan maneras de sentir más. Sustancias, experiencias.
¿Quieren vivir o acortar su vida?
Y la letra de las canciones. No me veo capaz de disfrutar de
aquello tan denigrante; versos machistas donde la mujer no es más que un objeto
sexual.
¿Exagerando? No lo creo. Ustedes lo están naturalizando aún
más.
Me siento reprimida, siento que no puedo ser quién soy.
¿Quiénes somos?
Yo aquí veo una hilera de zombies, que en vez de buscar un
trozo de carne, buscan llenar ese vacío interno. No se contagian con mordidas,
sino con actitudes, y prejuicios. Sienten la necesidad de encajar en esta
sociedad.
Quieren escapar de su realidad. No les importa, no les
importa. Quieren bailar, perder el control, quieren ser libres.
Y eso tenemos en común, yo también quiero ser libre.
Nosotros limitamos nuestra libertad, somos tan libres como nos lo permitimos.
Si tan solo hiciéramos caso omiso a opiniones ajenas, o mejor aún, si tan solo
dejáramos los prejuicios en el pasado y aprendiéramos a ser tolerantes, a
respetar a los demás, todo sería más sencillo.
Yo no quiero escapar, yo quiero opinar, quiero gritar. Ellos
están en un trance, caminan por el sendero que los lleva a la salida más fácil.
Sus huelgas involucran interferir en contra de sus propias vidas. Se estancan,
no quieren hacer algo al respecto, no quieren mejorar su futuro.
A mí la ansiedad me ataca. Observo y observo, pero no puedo
comprender. Necesito estar en constante movimiento, necesito salir de aquí. Mi
mente me pide crear, me pide nutrirse de nuevos conocimientos, pero estoy
exhausta al igual que ellos. Mis miedos me retienen, el no poder.
Necesito irme. Corro con todas mis fuerzas. Las paredes
retumban, las ventanas se rompen. Todos están en un trance. Pierden el control,
pierdo el control. Aunque intente salir, cada vez me veo más sumergida aquí. Me
señalan como a la oveja negra. Diferente está mal, eso te enseña la sociedad
patriarcal. Me niego a formar parte del odio colectivo, yo tengo mi propia
opinión. Merecemos igualdad de derechos, pero eso no significa que debemos ser
iguales, pues eso veo aquí. Este lugar está invadido de clones. Empujo, y me
sacudo entre las criaturas. Mi corazón palpita a gran velocidad, mi cuerpo
tiembla, me asusta contagiarme. Sigo buscando la salida aunque comience a
debilitarme. Impotencia, frustración, el nudo en la garganta y las ganas de
llorar son incontrolables. Esto es tan injusto. Somos jóvenes con el mismo
objetivo: la libertad. Somos víctimas de un mundo inmerso en miseria. Ellos
perdieron.
Yo puedo. Yo puedo. Yo puedo. Me siguen persiguiendo, pero
yo sigo siendo persistente. No me voy a rendir. No me voy a rendir. No me voy a
rendir.
Mientras corro con todas mis fuerzas, siento la falta de
aire. No puedo parar, están detrás de mí, intentando atraparme, están
hambrientos y quieren mi cerebro. Están sedientos de sangre fresca. Escucho sus
gruñidos mezclarse con la música. Yo estoy consciente, y en estos momentos solo
me queda correr, aunque no es suficiente. Preciso extender mis alas. Volar. Las
alas representan libertad, la cual tanto ansío.
Sus uñan me arañan, sus dientes se clavan en mi piel. El
dolor recorre desde mis pantorrillas hasta mi coronilla. Soy fuerte, resisto.
No voy a caer, no me voy a contagiar. Voy a ser libre. Encuentro lo que busco a
solo unos metros de mi. Un precipicio. Cierro mis ojos y me despego del suelo.
Me despego de sus prejuicios.
Suena el chirrido de la alarma, y doy un salto en mi sitio.
Respiro hondo para luego apagarla. Es hora de despertar. Hora de que
despertemos.
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